La madurez para experimentar problemas y adversidades.
por Vito Viganò
Hay momentos en la vida en los que lo que sucede justifica la pesada impresión de un montón de problemas. La pandemia, luego la guerra, el preocupante calentamiento global con alternancia de sequías y huracanes, las democracias asfixiadas y las crisis económicas que se avecinan: ¿hacia dónde va esta pobre humanidad? Hoy en día es difícil mantener viva la esperanza, pero se vuelve preciosa precisamente cuando los problemas parecen demasiados. Para el creyente es una virtud teologal, un don de Dios porque se basa en la benévola providencia divina: "Dios ve y Dios provee". Pero la esperanza es también una delicada virtud humana, de la que todos somos capaces.
producir esperanza. Puede cultivarse gracias a una delicada operación mental, que consiste en desviar la atención de la concentración en los problemas y en lo desesperante, para orientarla hacia una perspectiva de futuro más prometedora. La esperanza es, por tanto, un sentimiento que concierne al futuro, teniendo presentes buenas razones para esperar que éste sea más prometedor que la realidad presente, que es problemática. Si llueve, me consuelo pensando que mañana se espera un hermoso sol. Si extraño a mi "amor", le anticipo el placer de volver a verlo hasta el próximo fin de semana. Si estoy tenso por un examen a realizar, creo que obtendré un buen resultado que compense la tensión y el cansancio.
«Un psicólogo en el campo de concentración». Es el título del libro en el que Viktor Frankl describe su condición de deportado, superviviente de varios campos de concentración. Dice que, justo en el colmo del horror en el que se encontraba, tuvo la intuición de crear un espacio de libertad interior, intocable para nadie. Es él quien decide cómo vivir la terrible situación que se le impone. Pero también puede cultivar la esperanza, una perspectiva futura de lo que será su vida, una vez libre. De esta manera diseña el método terapéutico que luego practicará con éxito, hasta una etapa avanzada de su vida. Y logra inocular el germen de la esperanza futura en otros compañeros de prisión, que logran sobrevivir.
Esperanza y madurez. La perspectiva de un futuro diferente y mejor, aunque sea frágil, debe ser apoyada y defendida del ataque desalentador de sentirse en problemas. La madurez es el compromiso de hacer un cambio de perspectiva una y otra vez, a partir de una situación actual dolorosa a un futuro mejor. Pero la madurez también significa excluir las ilusiones: la esperanza debe ser concreta y creíble, no simplemente falsa. Se basa en factores futuros, pero con los que realmente se puede contar en el momento adecuado. La esperanza no sólo es útil en los acontecimientos más difíciles. En el ritmo diario, las dificultades y el estrés, los reveses y las decepciones a veces pueden desmoronarte y desanimarte. Instintivamente somos más sensibles a lo negativo, con el riesgo de no generar una perspectiva de esperanza, que renueve la vitalidad y nos permita orientar las cosas en una dirección útil. Madurez significa mantener vivo el amor por la buena vida, es esencial para la esperanza de un futuro mejor, aunque sea posible. Porque el sol siempre vuelve a brillar después de cada tormenta.