L'Amoris Laetitia
por Nico Rutigliano
Si el avión pierde velocidad, se detiene. Para ganar altura, el piloto inexperto tiende a apuntar el morro hacia arriba: el resultado es que el avión se estrella. En lugar de ello, debemos apuntar hacia abajo.
Cuando en la familia hay tendencia a salvarse, es fracaso. El papel del acompañamiento, entonces, es decisivo, no sólo importante.
El capítulo VIII de Amoris laetitia se titula: “Acompañar, discernir e integrar”. El Papa sugiere emprender caminos espirituales y existenciales para los separados, divorciados y vueltos a casar; acoger y acompañar a estos hermanos en el dolor hacia una integración eclesial verdaderamente respetuosa y fecunda, en verdad y con caridad.
En su exhortación, el Papa Francisco invita a la Iglesia ante todo a "acompañar" a estos hermanos: «Debemos acompañar con misericordia y paciencia las posibles etapas de crecimiento de las personas que se van construyendo día a día, dejando espacio a la misericordia del Señor que nos estimula a hacer el bien posible" (AL 308).
Es necesario, en primer lugar, preparar a los agentes pastorales que se comprometerán al servicio de acompañamiento. Es decir, debemos preparar a los laicos y formarlos para que sean "compañeros de viaje". Los acompañantes deben ser personas que sepan acoger ante todo, ¡sin juzgar! Una persona separada siente de primera mano el juicio, la marginación y la incomprensión.
Después de la acogida, lo primero en lo que pensar es en la oración, es decir, en momentos de encuentro con la palabra de Dios: la primera ayuda espiritual proviene precisamente de la oración personal como salvavidas.
Es el modo más importante de acompañar a las personas marcadas por el sufrimiento de la separación, que buscan un nuevo sentido para su vida: ofrecer un refugio de tranquilidad para atenuar la agitación del corazón, promoviendo un momento profundo de espiritualidad y recarga espiritual.
¿Cómo se puede ayudar a una persona a afrontar el dolor y la terrible experiencia de la separación?
Necesitamos emprender un camino de purificación, maduración y crecimiento. Necesitamos dar perspectivas diferentes, un proyecto más positivo incluso a aquellos que ya han pasado a una nueva unión y ya han formado una nueva familia. El desafío está en dejarnos iluminar por la Palabra de Dios.
El Papa Francisco nos recuerda que «el discernimiento de la presencia de semina Verbi en otras culturas se puede aplicar también a la realidad del matrimonio y de la familia» (AL 77).
En este servicio de acompañamiento a las familias heridas puede parecer extraño hablar de oración. Parece que lo primero que necesita una persona separada o divorciada es alguna oportunidad de relax y diversión para olvidar los momentos infelices de su matrimonio. En realidad este servicio de acogida sólo desempeña un papel de primera escucha, pero la verdadera ayuda viene del Señor. Sólo en un camino de fe se puede descubrir cuál es la voluntad de Dios.