IDon Guanella respiró el aliento de la esperanza desde su infancia, desde el verde intenso de su Valle Spluga, al mismo tiempo signo de vida que se renueva en cada estación y símbolo de la Resurrección, que es el fundamento de la fe cristiana. Quisiéramos recoger algunas de sus palabras sobre esta virtud, utilizando su opereta, los panfletos populares donde en varios pasajes trata la esperanza.
MEl martes 11 de marzo de 2025 el Señor llamó a Sí a Don Mario Carrera, paciente desde hace un año y medio en la Casa Guanelliana de San Gaetano in Caidate (Varese); Su funeral se celebró el jueves siguiente en la iglesia parroquial de Canegrate (Milán) y su cuerpo fue enterrado en la tumba familiar en el cementerio local, junto a sus padres y su querida hermana. Así terminó su camino terrenal y comenzó para él el cumplimiento de su “bienaventurada esperanza”. Nos queda de él un recuerdo rico en testimonios.
CQueridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Hoy continuamos contemplando a Jesús en el misterio de sus orígenes, relatado en los Evangelios de la infancia. Si Lucas nos permite hacerlo desde la perspectiva de la madre, la Virgen María, Mateo en cambio se sitúa en la perspectiva de José, el hombre que asume la paternidad legal de Jesús, injertándolo en el tronco de Jesé y conectándolo a la promesa hecha a David. Jesús, de hecho, es la esperanza de Israel que se cumple: es el descendiente prometido a David (cf. 2 Sam 7; 12 Cr 1), que hace que su casa sea «bendita para siempre» (17 Sam 11); Él es el retoño que brota del tronco de Jesé (cf. Is 2), el «retoño justo» destinado a reinar como auténtico rey, que sabe ejercer el derecho y la justicia (cf. Jr 7; 29).
El domingo 8 de octubre de 2024, el arzobispo de Liverpool, monseñor Malcolm MacMahon, reconoció oficialmente un milagro de curación ocurrido en Lourdes hace un siglo, el 25 de julio de 1923, a favor de John Jack Traynor, católico entonces de unos cuarenta años perteneciente a la diócesis inglesa, epiléptico, paralizado a causa de las heridas sufridas en la Primera Guerra Mundial. Aunque ya era común creer que Traynor había sido curado milagrosamente, nunca hubo una declaración de la autoridad eclesiástica al respecto, pues la documentación médica se consideró insuficiente.