Son varios los problemas relacionados con el agua en el siglo XXI, "la era del progreso y de los avances tecnológicos". El primero, que genera una deuda hacia los países pobres, es el acceso al agua potable y segura que aún no está al alcance de todos. Agua - recuerda el Papa en Laudato si ' - es "un derecho humano básico, fundamental y universal, [...] una condición para el ejercicio de otros derechos humanos"; un bien al que todos los seres humanos, sin excepción, tienen derecho a tener un acceso adecuado, para poder llevar una vida digna. A esto se suman hoy - subraya el cardenal Parolin - "los efectos nocivos del cambio climático, desde las inundaciones hasta las sequías, pasando por los deshielos y el empobrecimiento de las aguas subterráneas", fenómenos todos ellos que comprometen la calidad del agua e impiden una vida pacífica y fértil. El Secretario de Estado observa que esta situación "contribuye también a la difusión de la cultura del descarte y a la globalización de la indiferencia, que llevan al hombre a sentirse autorizado a saquear y agotar la creación". Por no hablar de la pandemia, que ha exacerbado las desigualdades sociales y económicas, "poniendo de relieve los daños causados por la ausencia o la ineficiencia de los servicios de agua entre los más necesitados".