Con el motu proprio "Spiritus Domini", que modifica el primer párrafo del canon 230 del Código de Derecho Canónico, el Pontífice establece así que las mujeres pueden acceder a los ministerios de acólito y lectorado y que además les son atribuidos mediante un acto litúrgico que los institucionaliza.
Mujeres que leen la Palabra de Dios durante las celebraciones litúrgicas o que realizan un servicio en el altar, como monaguillos o dispensadoras. de la Eucaristía, ciertamente no son nuevos: ahora se encuentran en muchas comunidades alrededor del mundo. una práctica autorizada por los obispos. Sin embargo, hasta ahora todo esto ocurrió sin un mandato institucional real.
El Papa escribe que "en el horizonte de renovación trazado por el Concilio Vaticano II, sentimos hoy una necesidad cada vez más urgente de redescubrir la corresponsabilidad de todos los bautizados en la Iglesia, y en particular la misión de los laicos". Y citando el documento final del Sínodo para la Amazonia, observa cómo "para toda la Iglesia, en las diversas situaciones, es urgente que se promuevan y confieren ministerios a hombres y mujeres... Es la Iglesia de los bautizados y mujeres que debemos consolidar promoviendo la ministerialidad y, sobre todo, la conciencia de la dignidad bautismal".