Para el director de Cáritas siciliana, Giuseppe Paruzzo, la orden firmada por el presidente Musumeci para el traslado de los inmigrantes que ahora se encuentran en puntos conflictivos fuera de la isla es un completo error. “Según la ley – afirma Paruzzo – todos los inmigrantes deben ser trasladados para garantizar el cumplimiento de las medidas sanitarias. Pero la causa de la emergencia sanitaria no se puede atribuir a los migrantes. Se sabe que el virus circula si la gente no sigue las reglas.
De hecho, a nadie se le ocurre decir que son los turistas en la isla los que causan el problema de salud. Hablar sólo de inmigrantes significa atacar a la categoría más débil. Sería fácil distinguir: el pobre contagia, el rico, en cambio, no. Esto me parece incorrecto. Ante la enfermedad todos somos iguales. Y, de hecho, en los últimos dos meses más de 10 inmigrantes han desembarcado en las costas sicilianas (7.000 en julio, más de 3.000 en las dos primeras semanas de agosto, según las cifras publicadas por el gobernador). “La situación es difícil – afirma el director de Cáritas regional –. En el centro de Lampedusa el aforo sería de 200 personas mientras que ahora son mil. Pero la solución no es crear un clima peligroso porque el esfuerzo debe ser conjunto.
Es bienvenido el recordatorio de que el Estado debe estar más presente, pero dividir no es el mejor camino. Las asociaciones voluntarias también deben echar una mano."
Aunque el Ministerio del Interior respondió que la ordenanza no será aplicada por los prefectos de la isla, la polémica siguió encendiendo el ambiente: el gobernador respondió que es Roma la que quiere que los centros de acogida sean como "campos de concentración". “Tampoco nos gustan como están hoy – comenta Paruzzo – cientos de personas en un punto caliente no son buenas”. Para el director, ante la afluencia de refugiados "sería necesaria una mini acogida a través de las comunidades", es decir una forma diferente de acoger como lo ha hecho Cáritas a través del proyecto "Apri" que involucra a parroquias y familias que suma a los demás implementados a lo largo de los años para la alfabetización escolar de niños y adultos.
Con la mente puesta en los meses de encierro, Paruzzo compara la pandemia con el shock causado por una bomba de agua: “De un día para otro recibimos un asalto a nuestras tiendas de alimentos. Las cifras se han triplicado. Muchos eran inmigrantes desconocidos para nosotros. Pensábamos que teníamos una idea de la situación de los extranjeros en la isla y, sin embargo, llegó gente que nunca antes habíamos visto. Muchos trabajaban en el campo o como cuidadores. Además, el problema es que al no poder enviar dinero a las familias, la situación en los países de origen se ha vuelto aún más dramática. Quién sabe, tal vez tengamos una emigración mayor a la esperada debido a estos factores. Desde mayo, el control se ha aflojado gracias al trabajo conjunto con las autoridades locales y las intervenciones estatales.
Ahora nos espera un septiembre muy difícil porque muchas empresas no abrirán, los ahorros se están acabando, habrá facturas suspendidas e hipotecas que habrá que pagar.
Hablamos con los ayuntamientos y todos sabemos que septiembre será una prueba. Ya nos hemos preparado para la compra de libros y cuadernos ante la apertura de colegios. Estamos aquí, estamos en primera línea. No estamos solos porque la epidemia ha suscitado un sentimiento de colaboración con las demás asociaciones con las que nos sentimos como una familia. Por eso digo que sólo juntos podremos dar una respuesta a la emergencia sanitaria. El llamado a una presencia más fuerte por parte del Estado está bien, pero sólo juntos podremos dar un futuro a todos".