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La preocupación de la Iglesia por los difuntos

por Gabriele Cantaluppi

Don Guanella en una circular escrita a las Siervas de la Caridad en 1913 nos invitaba a «hacer nuestra vida la vida del Sagrado Corazón Eucarístico, si queremos poder beneficiar nuestra alma y las graves necesidades que la rodean, para aliviar los muchas miserias corporales y espirituales del prójimo". El Papa Francisco se hace eco de esto subrayando que "Cristo, que nos alimenta bajo las formas consagradas del pan y del vino, es el mismo que viene a nuestro encuentro en los acontecimientos cotidianos".

La Pía Unión del Tránsito de San José apoya las obras concretas de caridad de los guanellianos, hoy presentes en los cinco continentes, pero sobre todo en las tierras de misión. Es el pan de San José que llega a muchos hermanos necesitados de ayuda; así la limosna se convierte en ayuda y el sacrificio económico personal se convierte en beneficio para muchos. Una ayuda importante proviene de las ofertas que llegan de nuestros Asociados para la celebración de las Santas Misas y que enviamos a nuestros hermanos de esas naciones, permitiendo así la gestión de obras de caridad.

Rezar por los difuntos celebrando misa por su sufragio es una antigua y venerable tradición de la Iglesia. El Catecismo recuerda que las almas en estado de purificación, que llamamos Purgatorio, pueden ser ayudadas por los sufragios de la Iglesia y de cada cristiano, especialmente por la Santa Misa. En efecto, es en la celebración de la Misa donde se expresa la comunión de los santos, es decir, la solidaridad de los creyentes y de toda la comunidad cristiana que ruega a Dios para facilitar la purificación de los difuntos.

De nuevo don Guanella: «A los vivos mostraos generosos en ayuda y con los difuntos devotos al sufragio. Con esto agradaréis a los hombres y a Dios juntos", porque "quien da sufragio a las almas del purgatorio adquiere un tesoro para su propia alma".  Las ofrendas de nuestros Asociados constituyen también una ayuda sustancial para los Seminarios, oasis de oración y formación de los futuros trabajadores de la gran cosecha de la caridad guanelliana.

Es bueno también reiterar las prescripciones del Derecho Canónico, que observamos atentamente: «Los fieles que dan la ofrenda para que la Misa se celebre según su intención, contribuyen al bien de la Iglesia, y con esta ofrenda participan de su preocupación por el sustento de los ministros y de las obras. Incluso la apariencia de negociación o comercio debe mantenerse absolutamente alejada de la ofrenda de las Misas. Las Misas distintas deben aplicarse según las intenciones de aquellos por quienes individualmente fue dada y aceptada la ofrenda, aunque sea pequeña” (can. 946-948).

 

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