Es necesaria una formación específica dirigida al personal sanitario. Son ellos los primeros que deben ser un estímulo para el resto de la población, en primera línea en esta labor de sensibilización y en esta denuncia, porque a veces el propio anciano duda en señalar los malos tratos que sufre, temiendo posibles represalias por parte de el familiar, del cuidador, del propio operador. Es necesario sensibilizar a toda la sociedad sobre esta cuestión, sabiendo que cada uno de nosotros puede ofrecer una ayuda decisiva. Incluso el vecino, para empezar con un ejemplo concreto, podría contribuir a solucionar el problema. En este panorama de angustia generalizada, no podemos darnos el lujo de descuidar, en primer lugar, a los ancianos moribundos.
Mucho depende del entorno en el que pasan la última parte de sus vidas. Si esto ocurre en un centro residencial, los operadores deben estar capacitados para garantizar que puedan garantizar un alto nivel de calidad de atención. Si esto sucede en el seno de la familia, la persona mayor que fallece necesitaría no estar sola, tener a su alrededor una red de contactos humanos, sociales y profesionales que puede ir desde simples vecinos hasta servicios territoriales que operan en la zona.
En esta fase delicada, el hospital o centro de asistencia social debe orientar y asistir cuidadosamente a sus operadores, para garantizar el apoyo moral a la familia y a las personas mayores, y evitar abusos y abandonos. Es por ello que la preparación técnico-profesional de los operadores debe ir acompañada constantemente de una esmerada formación ética, deontológica y psicológica. Si un trabajador, en su vida personal, es incapaz de aceptar la idea del envejecimiento, la enfermedad y la muerte, es muy probable que se encuentre con dificultades para estar cerca del anciano moribundo de forma serena y respetuosa. Por esta y otras razones, hoy en día parecen cada vez más necesarias cursos de formación en discontinuidad con el pasado, con un alcance altamente innovador. Sin embargo, la innovación no reside en la introducción de nuevos descubrimientos tecnológicos, sino en el redescubrimiento de la importancia de las personas mayores y, más en general, del respeto a la persona, en sus dimensiones corporales, psicológicas y espirituales.