Entrevista a Luciano Eusebi
Más de mil personas serán asesinadas en Bélgica hasta 2011 porque esa es su voluntad. A finales de año, más de mil pacientes habrán sido sometidos a la eutanasia.
«Un signo – afirma Luciano Eusebi, profesor titular de la Facultad de Derecho de la Universidad Católica de Milán, entrevistado por ilSussidiario.net – de que la deriva prevista de la eutanasia se ha producido en el país; en ciertos casos, la muerte se ha convertido en una especie de automatismo."
La noticia la informó el periódico belga "Le soir". Según el periódico, la predicción se llegó a partir de una simple consideración: desde enero de 2011, 85 personas al año han muerto de "muerte dulce". Se trata principalmente de hombres (54 por ciento) y personas de entre 60 y 79 años. La mayoría, el 80 por ciento, está afectada por un tumor que, en el 92 por ciento de los casos, les provocará la muerte, incluso a corto plazo. Finalmente, el 52 por ciento de las administraciones de eutanasia se llevan a cabo en el hogar o en algunas residencias de ancianos. «Los datos - explica Eusebi - indican cómo estaban justificados los motivos del "no", que siempre hemos intentado apoyar a la eutanasia. De hecho, siempre nos ha preocupado que todo pudiera resolverse, en última instancia, en una especie de "desguace" de los sujetos débiles".
Eusebi entra en detalles: «Es aceptable prestar atención a tratamientos terapéuticos proporcionados y evitar los extremistas». Pero superar este umbral genera graves consecuencias; «Lleva a considerar a los sujetos débiles como lastre. No es casualidad que las investigaciones psicológicas subrayen cómo el llamado "derecho a morir" se transforma, tanto respecto del paciente como de su familia, en una presión psicológica para liberar el contexto social del peso de su condición. Esta tendencia hace posible la transición de la eutanasia consensuada a la automática".
Cabe preguntarse si en Italia se ha evitado ese riesgo. «La ley sobre el fin de la vida – reflexiona Eusebi – da importancia a posibles declaraciones anticipadas, por supuesto; pero en el contexto de un juicio que queda basado en la responsabilidad del médico y en una evaluación de la proporcionalidad de las terapias. Quienes esperaban una ley que socavaría los principios jurídicos vigentes sobre la impracticabilidad de una relación médico-paciente encaminada a la muerte quedaron decepcionados. La ley, por tanto, debería protegernos, al menos en sus enunciados teóricos, de derivas como la belga."
Pero la ley no es suficiente. «Estas tendencias, en la práctica, deben contenerse en una dimensión educativa y cultural; y, aún más, apoyo a contextos familiares. Ayudando a la familia evitamos tendencias de abandono, porque ésta constituye la primera dimensión de la acogida donde existen condiciones de precariedad existencial".
Para los enfermos terminales y sus seres queridos, ya existen algunos apoyos fundamentales: «Tenemos redes de hospicios y centros de cuidados paliativos donde se puede seguir al paciente, liberándolo del sufrimiento y permitiéndole, incluso en condiciones avanzadas de la enfermedad, mantener una capacidad para la reflexión y el diálogo. Todo esto ni siquiera es excepcionalmente caro. Sin embargo, es evidente que se trata de un compromiso con la sociedad".
Según el profesor, sin embargo, no hay coartadas: «los recursos están ahí. Una sociedad acogedora es posible." Pero, previamente, es necesaria una reflexión: «¿Qué modelo de democracia y de convivencia civil pretendemos adoptar? Aquel en el que la persona cuenta por su eficiencia material, de manera que, cuando ésta ya no es recuperable, su propia existencia pierde sentido; ¿O aquel según el cual la persona vale como tal, y no por lo que es capaz de hacer?”.