Nuestra oración comparte siempre la compasión de Jesús que, ante las multitudes cansadas y desanimadas, expresa su deseo de participar para levantar nuestras vidas del cansancio y del aburrimiento.
Nuestra vida también quiere vivirse en compañía.
Jesús envía a sus discípulos sin pan, sin una muda de ropa, una sola túnica, sin dinero. Id y testimoniad el evangelio con la pobreza de los medios humanos y confiando en la garantía de la ayuda de Dios.
Los discípulos de Jesús sólo tienen un bastón para soportar su cansancio y un amigo (enviado de dos en dos, de hecho) para consolar y sostener su corazón.
En el corazón y en los labios sólo tienen una palabra que anunciar: "paz a esta casa". La verdadera paz es contagiosa, la paz es una relación, una relación con el otro, es el deseo de soñar y construir juntos. La paz es como el sol, no se puede ocultar, sino que debe brillar y calentar.
Pongámonos, pues, como los discípulos de Jesús en un camino ideal en compañía de san José, el carpintero que conoció el sudor de su frente y la preocupación por la falta de trabajo.
Hoy, 3 de julio de 2013, el periódico "Avvenire" publica en primera plana un pensamiento del Papa Montini visitando a los trabajadores de Colleferro en una fábrica. Pablo VI en aquella ocasión dijo: «os conocemos y deseamos conoceros cada vez más. La Iglesia se ha inclinado sobre vuestras condiciones... Cuántas veces en los últimos años yendo entre los trabajadores... Al Papa se le ocurrió ver muchos rostros de trabajadores silenciosos, mudos, que parecían sólo observar... Y bueno, la Iglesia explica este silencio y esta reserva llega hasta lo más profundo del corazón y capta el rencor por todo lo que es injusto o el arrepentimiento por las cosas no bien hechas".