A la sombra de Neil Armstrong y a la huella dejada en el suelo de nuestro satélite, el profesor Medi sintió la presencia constante de Dios, a quien agradeció "haberme hecho nacer en esta época y haberme permitido ser testigo de esta empresa". ...) en el que todos recibieron el bien..."".
Medi, nacido en Porto Recanati, después de la secundaria se matriculó en la facultad de física después de haber descartado la filosofía. Comentó así la elección: «la materia más cercana a la realidad, a la verdad de las cosas, es la física». Y la física lo era, pero una física motivada y ciertamente poco técnica porque, como declaró en un discurso en la Universidad Gregoriana, «cuando allá por 1928 me matriculé en la facultad de física pura (...) la tomé precisamente por esto: porque sentí una vocación, en mi miseria, de la armonía de la verdad entre Filosofía, Física y Fe." Asumió la presidencia del Instituto de Geofísica y en 1955 se le asignó la cátedra de Geofísica en la Universidad de Roma.
La tierra, por tanto, fue principalmente su campo de trabajo y dedicó sus mejores energías al estudio de la tierra y sus misterios. En particular se interesó por el campo magnético terrestre y en junio de 1948 publicó un artículo en el que predijo la existencia de lo que más tarde se llamaría los "cinturones de Van Allen".
La idea fue recibida con considerable escepticismo por la comunidad científica, que cambiaría de opinión cuando en 1958 la NASA admitió la existencia de bandas cuya posición era muy similar a la de las "bandas" que había intuido.
En 1966 fue nombrado miembro del Consejo Laico del Estado de la Ciudad del Vaticano. El profesor. Gàbici continúa recordando que en el primer aniversario de su muerte, ocurrido el 26 de mayo de 1974, el general jesuita padre Pedro Arrupe envió estas palabras a la familia Medi: «Pedro Arrupe SJ, Superior general de la Compañía de Jesús, bendice al Señor por habernos dado en el prof. Medi es un ejemplo de cristiano auténtico, en el que la fe se identifica con la vida en todas sus manifestaciones y la esperanza es sinónimo de certeza de la vida eterna cum Cristo in Deo.
Intercede por todos los que lo conocimos, lo estimamos y lo amamos con corazón de amigo”.
Al concluir su artículo, Franco Gàbici subraya: «Enrico Medi, por tanto, seguirá siendo para nosotros siempre el "vínculo" entre la Tierra y el Cielo y un ejemplo luminoso que indica a los hombres de buena voluntad el verdadero camino a seguir para alcanzar la plena realización. de nosotros mismos."
En Senigallia está en marcha la fase diocesana del proceso de canonización, inaugurado en 1996, por lo que la Iglesia católica le ha asignado el título de "Siervo de Dios".