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La relación con la madre, la superación de miedos y la percepción del padre son etapas fundamentales para un crecimiento relacional pacífico 

por Ezio Aceti

Ddespués de haber visto en la primera parte (La Santa Cruzada, 5/2024, págs. 26-27) a medida que el niño se desarrolla en los primeros mil días a pasos agigantados, en este segundo artículo nos ocuparemos de los demás objetivos del niño:

- Desarrollo afectivo.

- Los miedos del niño.

- El padre.

Desarrollo afectivo

El abrazo de la madre, la sonrisa del padre, los mimos antes de dormir y muchas otras pequeñas medidas son como alimento emocional para cada niño, porque le hacen sentir importante, único e irrepetible. Es crucial que el niño comprenda primero su propio valor, la belleza de haber nacido, y luego sea capaz de comprender la importancia de los demás.

Analicemos las etapas de desarrollo de este camino.

a) Dimensión simbiótica - Hasta el segundo mes de vida el bebé se cree uno con la madre: durante la fase fetal vive la misma vida que la madre e incluso después del parto se percibe uno con ella.

b) Primera etapa social - El otro es “distinto”. En el segundo mes de vida, con la aparición de la sonrisa intencionada, el bebé es capaz de percibir a la madre (y su pecho) como algo diferente a él mismo. Es el primer logro, cuando el niño se percibe a sí mismo como distinto de la madre. Así el niño comienza a explorar el entorno que lo rodea, a percibir las emociones de sus hermanitos, a oler olores, a percibir colores, etc... Es una explosión sensorial donde los sentidos como el tacto, la vista, el gusto, el olfato y el oído son cada vez más refinados y le introducen a vivir en el mundo.

c) Internalización materna - Del séptimo al noveno mes ocurre una experiencia emocional importante para el niño, ya que "internaliza" a la madre, es decir, trae dentro de sí a la madre y por tanto todo su amor, junto con sus inseguridades. John Bowlby (1907-1990), un estudioso estadounidense de la teoría del apego, demostró que los niños tienen una necesidad innata de formar un vínculo de apego con su madre o con un cuidador, porque esto aumenta las posibilidades de supervivencia del niño.

Estos estudios sobre la relación entre madre e hijo también ponen de relieve lo importante que es para la madre ser "buena", es decir, serena y tranquila. Las propias leyes del Estado deben favorecer este vínculo entre la madre y el niño, para que el niño pueda interiorizar a una madre serena y atenta a sus necesidades. Esta experiencia le hace ahora autónomo a la hora de explorar el mundo que le rodea: camina a cuatro patas, entra en la pequeña habitación sin ver a su madre, porque se siente seguro e importante.

d) Capacidad emocional altruista - A partir del tercer año el niño empieza a comprender que los demás existen, que sus pequeños compañeros son diferentes a él y que puede interactuar con ellos. En resumen: es el "descubrimiento" del otro no sólo como distinto de uno mismo, sino con las propias necesidades. Ahora está realmente preparado para entrar en su primera comunidad de compañeros: la guardería.

Los miedos del niño

Los niños pequeños dependen completamente de los adultos, no conocen el mundo ni siquiera ellos mismos. Todo ello trae consigo miedo e inseguridad, además de sorpresa, alegría y belleza. El principal temor del niño es el de ser abandonado: por la madre, por el padre, por quienes lo cuidan. También tiene miedo de ser abandonado por "él mismo".

Tomemos, por ejemplo, quedarse dormido, cuando el niño debe cerrar los ojos y separarse de sí mismo. Definitivamente es un momento agotador porque tiene que separarse del mundo para entrar en la noche. Muchos niños tienen miedo, por ejemplo, miedo de no despertarse. Entonces, ¿qué hacen? Inventan el ritual.

El ritual se compone de todas esas pequeñas acciones repetitivas, siempre idénticas, que ayudan al niño a ganar confianza en sí mismo, en el mundo y en el miedo. Leer un cuento, rezar, abrazar, dar un beso de buenas noches, etc. son muy importantes y ayudan al niño a exorcizar el miedo. Por eso muchos niños siempre quieren escuchar el mismo cuento de hadas y hacer siempre las mismas cosas.

Naturalmente, muchos niños logran conciliar el sueño después de estos rituales. Otros, sin embargo, quieren dormir en la cama de mamá y papá, y luego que los acuesten en su propia cama. Otros todavía luchan y quieren dormir toda la noche con su madre. Los padres no tienen motivos para preocuparse y nunca deben culpar al niño. Con el tiempo y la experiencia, normalmente a los cinco años, todo encajará.

El padre

El padre es muy importante, no sólo porque tiene que jugar mucho con los pequeños, sino sobre todo porque tiene que introducirles en la independencia y su relación con el mundo.  Para ello es importante establecer inmediatamente una relación estrecha con los niños.

Ya durante el embarazo tiene que acariciar el vientre de la madre, hablar con su pequeño o su pequeño, y luego, cuando se despiertan durante la noche con apenas unos meses, tiene que levantarse para cuidarlos.

Es muy importante que el padre esté presente durante la noche e inmediatamente establezca un vínculo con el niño. Al principio tendrá dificultades, pero poco a poco irá aprendiendo a reconocerlo y saber cómo calmarlo. Luego, cuando regrese del trabajo, deberá estar a completa disposición del niño y no sólo relevar a la madre en la tarea educativa, sino establecer con él una relación privilegiada. Debemos disipar inmediatamente la idea de que la madre debe cuidar exclusivamente del niño. ¡En absoluto! La madre es muy importante, pero también lo es el padre. En definitiva, ser padre hoy significa ser padre desde el momento en que se concibe al hijo..