Don Guanella con maternal delicadeza escribe a quienes desean vivir plenamente la vida cristiana: «Dad prisa y, mientras tanto, gritad como un polluelo de golondrina para haceros entender mejor; como una paloma compasiva, para que el Padre venga a vuestro encuentro." La vida de sor Antonieta transcurrió en un gorjeo alegre esperando a su Señor, pero en su cálido nido de amor y de ternura acogió también a muchas niñas que aprendieron a gorjear para alimentarse de un amor que daba sentido a la vida.
Sola y sencilla, sin otro título que su vida ordinaria y santa, como había sido en esta tierra: así apareció sor Chiara en la mañana lluviosa de hace veinticinco años, el 21 de abril de 1991, en el esplendor de la Basílica del Vaticano. Junto a la suya estaban las imágenes de otras dos monjas, destinadas pronto a ser elevadas a la gloria del Beato por el Papa San Juan Pablo II: ambas fundadoras de congregaciones religiosas: una italiana, Maria Annunziata Cocchetti y la otra belga, Giovanna Haze ( María Teresa del Sagrado Corazón de Jesús), que también vivió en el siglo XIX. Inspirándose en la liturgia que se celebra el cuarto domingo de Pascua, conocido como Domingo del Buen Pastor, tradicionalmente dedicado a la oración por las vocaciones sacerdotales y la vida consagrada. El Papa indicó en la actividad de los tres beatos el reflejo del amor de Cristo Pastor, que cuida de su rebaño: "Su humanidad quedó fascinada por la caridad de Cristo, para hacerlos solidarios con el sufrimiento de los pobres. , en quienes vieron brillar el rostro de Cristo."
Personalmente, no me gusta ese tipo de peregrinación a Tierra Santa que se centra únicamente en las piedras presentes en los innumerables yacimientos arqueológicos de esta región. Prefiero mucho aquellas rutas que, junto con la visita a lugares santos y de interés histórico y cultural, combinan el encuentro con "las piedras vivas" de la Iglesia de aquí abajo. La Escuela Especial de la Sagrada Familia es uno de esos lugares donde se pueden encontrar piedras vivas que encarnan su carisma al servicio de "los más pobres y abandonados, entre los niños pobres y los ancianos pobres" y, "entre los niños y los viejos pobres y pobres criaturas que, por ejemplo de Cottolengo, la casa llamaba niños buenos" (Don Piero Pellegrini, Don Luigi Guanella: ¿quién es él?, "Quaderni di formazione 18", p. 20, agotado edición).