La pandemia de los últimos meses ha despertado de una hibernación serpenteante a algunas criaturas diminutas aparentemente enterradas en la tumba del pasado. La naturaleza ha encontrado un hábitat más adecuado a su instinto de conservación. Nuestros ojos vieron pájaros con plumas brillantes, flores silvestres sonriendo como niños jugando.
Muchas veces olvidamos que lo que nos hace semejantes a Dios es la capacidad de amar.
Este amor se expande constantemente según la mirada de Dios y cuanto más se concentra esta mirada en los talentos recibidos, así también nosotros mismos irradiamos la misma luz divina.
Por eso se escribió que “un santo es un rostro visible, palpable de la perfección evangélica”, por eso San Francisco de Sales subrayó la diferencia entre una página de música y escuchar esas mismas notas cantadas. "Entre el libro de los Evangelios y las vidas de los santos - escribió el santo obispo - existe toda la diferencia que existe entre la música escrita en una partitura y la música cantada".