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Era cristiano, pero el Evangelio no le había interesado mucho. En esa situación tomó una decisión: “¡Si salgo vivo de este infierno, mi vida cambiará de rumbo!”.

La noche del 27 de septiembre logró escapar del cautiverio y se refugió en Treviso, en la iglesia de Santa María la Mayor, donde prometió a la Virgen ayudar a otros a vivir mejor.

Con la victoria de Venecia regresó al castillo de Castelnuovo pero que tuvo que abandonar tras la muerte de sus dos hermanos: Luca primero y Marco después. Girolamo se mudó a Venecia para administrar el patrimonio familiar y cuidar de sus seis nietos. Aquí maduró para dedicarse totalmente a los pobres, frecuentando los dos hospitales de Venecia, el Incurabili y el Bersaglio, donde encontró niños huérfanos y abandonados. Los acogió en una casa llamada San Basilio donde se comprometió no sólo a alimentarlos sino a darles educación religiosa y enseñarles un oficio.

El obispo Carafa, el futuro Papa Pablo IV, que apoyó a Gaetano da Thiene en Venecia, lo invitó a convertirse en Teatino, invitación que rechazó y continuó viviendo en San Basilio con sus huérfanos.

En aquella época había tres santos en Venecia: Gaetano da Thiene, Ignacio de Loyola y Jerónimo. Girolamo había optado por los pobres... así comenzó su obra en 1532. En 1534, en Somasca, un pequeño pueblo cercano a Bérgamo, formuló la estructura jurídica de su obra. Era impensable una consagración laica a Dios y se optó por la forma de clérigos regulares que tomaron del pueblo el nombre de "Padres Somascos".

Girolamo murió de peste el 8 de septiembre de 1537, mientras ayudaba a los enfermos de Somasca.

 

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