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por Vito Viganò

La emoción es la vibración afectiva, desde dentro, de la forma en que uno se deja llevar por una situación en un momento determinado. La forma de implicarse decide la calidad de vida, el bienestar deseado. El nivel de madurez personal, según las capacidades de cada individuo, nos permite aprovechar al máximo los estados emocionales que la vida nos trae.

Hablemos de emociones. Son la realidad vital para cada uno de nosotros, siempre. Generalmente no nos damos cuenta de ello, atrapados como estamos en acciones concretas. Sin embargo, cada momento está teñido por un estado emocional particular, que decide cómo invertir vitalidad en el momento. es alegría por disfrutar de un placer, o irritación por algo que sale mal, o ansiedad por un compromiso inminente.

La producción de una emoción.. El mecanismo que les da origen es en parte automático. Eres sensible, siempre atento a captar lo que te interesa en el momento: cosas, personas, situaciones. Lo que percibes, según cómo lo tomes, actúa como un estímulo, ya sea placentero o molesto, provocando diferentes variaciones físicas. Esto crea el nivel de energía que requiere vivir ese momento, mucha energía en la ira, poca en la tristeza. Esta reacción instintiva es la verdad del momento; sólo queda decidir cómo vivirlo, aunque te desagrade o quieras rechazarlo.

La emoción se convierte en sentimiento.. Las sensaciones que sientes, cómo te estimulan por dentro, te permiten ser consciente de ellas. Tenemos la oportunidad de comparar nuestra primera reacción con la realidad de nosotros mismos y de nuestra situación, de decidir si adoptarla y vivirla así, o si es mejor hacer un cambio, experimentar un estado emocional más adecuado. La espontaneidad da paso al cálculo: del susto de una ramita que parecía una serpiente, se vuelve a disfrutar tranquilamente de un paseo por el bosque. El sentimiento es el tono afectivo con el que intentamos construir una buena vida.

Hablemos de madurez. Es lo que se necesita para gestionar las emociones y los sentimientos de una forma útil y gratificante. La madurez es un capital personal, un bagaje de saber vivir acumulado en los acontecimientos ya vividos. Guardamos en nuestra memoria una huella de todo lo que vivimos y cómo nos beneficiamos de ello. Luego, los recuerdos más dispares se reelaboran para derivar creencias, principios de vida y estrategias. Es la experiencia, la referencia a la que se recurre para desenvolverse bien en el resto de la vida.

La madurez está siendo. La persona madura es capaz de cualidades morales, nada fáciles, en el manejo de la realidad interna. En primer lugar, la conciencia, que sabe darse cuenta de lo que está viviendo, orientarlo según convenga, ve las cosas como son, más que como uno desea que sean, con un control de los impulsos, los deseos, los estímulos seductores, por un tiempo. compromiso de coherencia, de lealtad a uno mismo. En contacto continuo con los demás nos basamos en la intuición social, para reconocer y tener en cuenta qué y cómo está experimentando el otro.

La madurez esta haciendo. Proceder con madurez significa dedicarse a lo que realmente importa, disfrutar de los placeres de vivir con moderación. Mientras estás involucrado en el presente, estás atento al futuro para anticipar resultados y consecuencias. Actuamos, nos hacemos oír, para resolver las dificultades y los problemas de la forma que convenga, respetando las opiniones y los derechos de los demás.

Emociones maduras. Las emociones y los sentimientos son energía, dinamismo, vitalidad para gestionar. La madurez es la libertad de exponerse a los estímulos de la vida, dándose cuenta de las reacciones espontáneas que sientes, teniendo cuidado, si es necesario, de modular tu estado emocional para decidir cómo caminar mejor. 

Son muchos los obstáculos que pueden surgir contra una forma madura de vivir las cargas emocionales: distracciones, represiones, impulsividad, arrebatos, bloqueos, adicciones, debilidades. En los próximos números de nuestra revista se retomará el tema, describiendo cómo se pueden vivir de manera madura y provechosa estados emocionales cada vez más frecuentes: bellos como la alegría y la amistad, el entusiasmo y la esperanza; o menos agradables, como el miedo y la ansiedad, la ira y la tristeza, la vergüenza y la envidia... 

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