Una presencia efectiva
Rev. Director, quisiera informarle que San José es un santo maravilloso, ya que en pocos días he recibido dos gracias.
Un conocido mío tuvo un trasplante de médula ósea; Inicialmente se encontraba muy mal, tanto que los médicos llamaron a su madre debido a la gravedad del caso. Pero a las pocas horas empezó a mejorar tanto que ya se encuentra bien, camina, está en fisioterapia y le han reducido las terapias. Agradezco a nuestro Protector que escuchó mi oración y respondió a las súplicas en su nombre.
La otra gracia es de una anciana que tenía una infección en los ojos. Todos los médicos que la examinaron confirmaron que le habían quitado el ojo. Hacia mediados de junio pasado, mientras estaba orando a San José, recibí una llamada telefónica de la señora para avisarme que ya no tenían que quitarle el ojo. En ese instante inmediatamente agradecí al Santo con un corazón sincero y lleno de amor. Gracias por todo por las oraciones que hacen por nosotros. Por favor publique la carta porque la gente debe saber que Jesús siempre concede las gracias que Nuestra Señora y San José le piden.
Grazia Di Renzo, Corato (Bari)
Querida señora, su carta confirma nuestra ya gran confianza depositada en San José. Pudo revivir las palabras de la Sagrada Escritura: «Ite ad Joseph - Ve a José». ¡Ella le oró y él escuchó! De hecho, es el guardián atento de los fieles, en todas sus necesidades. Me gustaría que me llegaran con más frecuencia cartas como la suya, que nos hablan de la poderosa oración de San José ante Dios. Los miembros de la Pía Unión tienen siempre gran confianza en Él.
Don Bruno Capparoni, director de la Pía Unión.
Fidelidad en la oración
Rev. Don Mario, le escribo porque hace unos años seguí algunos artículos de nuestra revista que hablaban de la familia cristiana. Lamentablemente era una época en la que mi matrimonio no iba bien. Las razones fueron varias y ambas tuvieron la culpa. Faltaba diálogo, implicación en la vida de los demás y viceversa. La rutina se había hecho cargo y, por tanto, extinguió cualquier impulso. Por último, pero no menos importante, el deseo de tener hijos también parecía haberse desvanecido en aquella ocasión. Comencé entonces el rezo del Manto Sagrado, estimulada por las respuestas a sus cartas, y poco a poco las cosas fueron cambiando primero en mí y luego en mi marido. Ahora estamos en una fase de reconstrucción y hemos recuperado la felicidad.
Los saludo cordialmente y nuevamente gracias.
Ángela Di Nardo, Pozzuoli
Querida Angela,
Recibí tu carta y estoy muy feliz de que tu matrimonio se haya salvado con la ayuda de San José y de que hayas comenzado a construir tu pareja juntos nuevamente.
San José tocó el corazón de ambos y así os encontrasteis como almas enamoradas que cada día deberán construir una unión en la oración y la buena voluntad que tendrá su punto máximo mañana en la concepción de un hijo.
Tened fe, a veces los hombres tienen miedo del futuro, de los sacrificios que conlleva una nueva criatura, pero veréis que también surgirá en él el deseo de abrazar a una criatura que llevará su apellido y podrá ver, reflejada en sus ojos, los colores de tu futuro. Un hijo es una responsabilidad, pero también es una inversión para el futuro de la familia y de la comunidad eclesial y civil.
Continúen esperando y orando a San José: el amor vencerá.
Los mejores deseos, Don Mario Carrera