La experiencia de la abuela.
Para blanquear la ropa de cama vieja, intenta lavarla con una bolsa de tela blanca llena de cáscaras de huevo rotas. Si los cuellos y puños de tus camisas tienen esas típicas marcas oscuras en el interior, frótalos vigorosamente con patatas hervidas; luego límpielos y frótelos nuevamente con un cepillo de sorgo. En lugar de patatas, puedes utilizar tiza blanca en polvo, que absorbe bien las grasas.
Ten cuidado con la lejía.
También conocida como lejía, la lejía es una solución de hipoclorito de sodio comúnmente utilizada como detergente, desinfectante y blanqueador en la limpieza del hogar. Sin embargo, al igual que el amoníaco, puede resultar nocivo e irritante para el organismo, además de contaminar el medio ambiente. Por estos motivos, se debe reducir el uso de lejía, limitarlo a casos de verdadera necesidad, y en el futuro, con las debidas precauciones, evitar siempre el contacto directo con la sustancia.
Fregadero desodorizado.
Una vez al mes, prueba a tirar una mezcla de agua caliente y bicarbonato (tres cucharadas por cada medio litro de agua) directamente por el desagüe del fregadero, o una sola taza grande de vinagre muy caliente, finalizando la operación con dos litros de agua hirviendo abonados inmediatamente después. .