de Madre Anna María Cánopi

El camino de la vida se hace en compañía y las personas que, de etapa en etapa, nos acompañan providencialmente tienen un impacto más o menos grande en nuestra historia.
Por eso debo recordar una larga lista de personas, pero me limitaré a algunas de las más significativas, empezando, obviamente, por aquellas que me introdujeron en la vida.
Mis padres: Mario y María Cleofe. A él se le podría llamar un hombre de pensamiento, a ella una mujer de intuición; una combinación de racionalidad y poesía, fuerza y ​​dulzura. Sabiamente humildes, con sólo una educación elemental supieron expresar en sus vidas los valores más genuinos del cristianismo: la familia fuerte y numerosa, la responsabilidad de la educación, el sacrificio del trabajo, el altruismo. Sólo puedo pensar en ellos en el cielo entre las filas de aquellos que han experimentado las bienaventuranzas evangélicas.

por Gianni Gennari

Continuamos el camino encaminado a conocer nuestra fe, fundada en el Primer y Nuevo Testamento y expresada en el Credo desde los tiempos de la Iglesia apostólica. En la Biblia, poco a poco, adaptándose a las capacidades de los hombres, desde Abraham en adelante, pasando por Moisés, pasando por los Profetas y finalmente hasta los Apóstoles, llegó el anuncio pleno de la salvación en Jesucristo. La última vez llegamos a descubrir que en la antigua revelación bíblica, desde Abraham, precisamente para los profetas, la única manera de conocer a Dios no es mirar hacia arriba, sino reconocer con hechos su verdadera imagen en el hombre hermano escuchando su voz que pedía precisamente esto en las "Diez Palabras". Dios es "conocido" - nos dicen los profetas, aunque nuestra sensibilidad quizá no esté todavía acostumbrada a comprender plenamente la novedad de su palabra - sólo si es "reconocido" en su hermano. Los Mandamientos, desde el tercero en adelante -lo hemos visto hasta aquí- hablan sólo de nuestra relación con los demás hombres...

por Ottavio De Bertolis

Hemos llegado al final del Decálogo y combinamos los dos últimos mandamientos, o palabras, que tradicionalmente van bajo una especie de duplicación: "no desearás la mujer ajena" y "no desearás las cosas ajenas". Los unificamos en un único “no deseo”, que es una especie de mínimo común denominador.
Para comenzar a aclarar el significado de esta Palabra, debemos ante todo distinguir entre "deseos" y "ansias", o caprichos. El deseo es algo profundo, que esculpe nuestra identidad y que constituye aquello para lo que Dios nos creó: así uno puede desear estudiar física, o ser astronauta, o ser padre, o consagrarse a Dios. Este tipo de deseos dicen nuestra vocación misma. : cualquier otro tipo de experiencia será menos significativa e importante para quien la viva, y estos deseos probablemente permanecerán profundamente arraigados en nosotros, superando cualquier evidencia contraria o adversa. Puede ser difícil permanecer fieles a él, pero no imposible, y el esfuerzo realizado en este sentido contribuirá a hacernos sentir nosotros mismos, autores y protagonistas de nuestras elecciones. El verdadero deseo es indeleble, precisamente porque, en última instancia, proviene de Dios.

de Madre Anna María Cánopi

El Señor tiene planes desconocidos para nosotros y siempre sorprendentes. El árbol enraizado en la roca de la isla de San Giulio, que había crecido de manera impredecible, estaba listo para trasplantar algunos brotes a otro lugar. Y fueron muchos los obispos que vinieron a pedirnos -casi a rogarnos- que demos nuestra presencia también a sus diócesis. Entre las numerosas y continuas solicitudes pudimos satisfacer algunas.
En el Valle de Aosta nació el 12 de octubre de 2002 el Priorato «Regina Pacis». El monasterio se crea a partir de la rehabilitación de una rústica "granja" medieval de los canónigos del Gran San Bernardo. Como en una cuna, rodeada de montañas, junto a la Casa Hospitalaria de los Canónigos, poco a poco también fue creciendo la comunidad "Regina Pacis", compuesta inicialmente por siete miembros. Ahora hay unas quince monjas. Las actividades que realizan son, en proporción, algunas de las ya aprendidas en la abadía de la isla, en particular vestimentas sagradas, iconos y artesanías diversas.