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Publicamos la nota que emitió el CEI.

No es una técnica. Es un esfuerzo común para llegar a tomar decisiones juntos. Un esfuerzo empírico que va tomando forma a lo largo del camino. El Camino Sinodal, parafraseando a Antonio Machado, sólo se hace caminando. Lado a lado: Iglesias locales, Oficinas y Servicios CEI, Comité Nacional. “La fase de sabiduría es muy importante porque ahora se consulta a los sujetos implicados en la escucha para identificar propuestas y opciones operativas”, subrayó Mons. Giuseppe Baturi, secretario general de la CEI, presentando el trabajo del Comité Nacional del Camino Sinodal. , que – moderados por Mons. Claudio Giuliodori, miembro de la presidencia del Comité – se celebraron en Roma los días 24 y 25 de febrero. “El camino – afirmó Mons. Baturi – debe apuntar a un impacto eficaz: la escucha debe convertirse en la razón del gobierno. La participación y la corresponsabilidad deben permear a la Iglesia en varios niveles".
En los próximos meses, a medida que se acerca la conclusión de la fase de sabiduría, los distintos caminos convergerán en un solo camino hacia las opciones proféticas previstas para finales de la primavera de 2025. Con la certeza de que, como subraya monseñor Valentino Bulgarelli, Secretario del Comité, "no hay procesos paralelos sino un trabajo compartido entre laicos, sacerdotes y obispos para ayudar a madurar la Tradición al servicio de las Iglesias locales".
La esencia misma del Comité, en su pluralidad de competencias, biografías y orígenes, es expresión del deseo de unir a todos. Dividida en cinco Comisiones - "La misión según el estilo de proximidad", "Lenguaje y comunicación", "Formación en la fe y en la vida", "Corresponsabilidad y ministerialidad", "El cambio de estructuras" -, su tarea es identificar las “condiciones de posibilidad” para el anuncio del Evangelio en este tiempo. Los aportes, experiencias vividas y propuestas imaginadas por las Diócesis se incluirán en las reflexiones previstas para finales de abril. Un gran discernimiento eclesial que desembocará en la Asamblea General de la CEI en mayo de 2024: “en los últimos meses – explicó mons. Erio Castellucci, Presidente del Comité – se preparará un resumen de todas las contribuciones desarrolladas en los diferentes niveles y se llevará a la Asamblea General de la CEI prevista para mayo. Enriquecido por el debate entre los obispos, será presentado al Consejo Permanente en septiembre y luego servirá de base para la primera asamblea sinodal prevista del 15 al 17 de noviembre de 2024". “Desde mediados de noviembre de 2024 hasta febrero de 2025 – prosiguió – las Iglesias locales podrán enviar indicaciones, sugerencias y observaciones de cara a la segunda asamblea sinodal, que se celebrará del 31 de marzo al 4 de abril de 2025”. De estos pasos surgirá esa visión de conjunto que, tras la Asamblea General de mayo de 2025, será devuelta a las Iglesias particulares, iniciando la fase de acogida.
Las primeras ideas que surgieron del debate dentro de las Comisiones fueron importantes. La misión no es proselitismo sino esencia constitutiva de la Iglesia convocada por Dios a contribuir a la realización de su sueño para toda la familia humana. Una conciencia de sí mismo y de su relación con el mundo -en la perspectiva del Concilio- que debe encontrar expresión en todas las formas de lenguaje con las que la comunidad eclesial se comunica y se comunica. De técnica estratégica, la comunicación se convierte, pues, en una prueba de la capacidad de la Iglesia para encarnarse en la realidad. En esta línea, la formación se confía a toda la comunidad que tiene como referencia la pedagogía de Jesús. De ahí la necesidad de ir más allá del modelo escolar de iniciación cristiana, reequilibrando el esfuerzo entre éste y la educación de jóvenes y adultos. , la actualización de la formación de los sacerdotes desarrollando la idea de comunidades vocacionales, la creación de espacios comunes de formación entre laicos y sacerdotes y presbíteros y Obispos, el cuidado de la alianza educativa. En cuanto a la corresponsabilidad, como complemento al discernimiento, surgió la necesidad de profundizar en algunos temas específicos, como los órganos de participación y los distintos ministerios. Este es el marco en el que se inserta el cambio de estructuras que no significa sólo el uso de bienes materiales sino la maduración de modelos de gobernanza inspirados en una visión de Iglesia-comunidad en misión. “Primeros frutos de discernimiento – concluyó monseñor Antonio Raspanti, miembro de la presidencia del Comité – que se suman al gran fruto de la construcción en curso de un nuevo método eclesial. Un método que madura sus conclusiones y propuestas a partir de una escucha paciente, laboriosa y siempre fructífera del Pueblo de Dios."