Fe y secularismo
por Gabriele Cantaluppi
¡Aquí vamos de nuevo! A medida que se acerca el nuevo curso escolar, volvemos a hablar de la presencia del Crucifijo en las aulas de las escuelas y otros lugares públicos y, lo juramos, en el belén de Navidad.
Una polémica que comenzó hace casi veinte años con una cruzada de Adel Smith, presidente de la Unión Musulmana Italiana, y del juez Luigi Tosti, promotores de una batalla contra el crucifijo.
Dos pronunciamientos ya han respondido a esta pregunta: el Consejo de Estado, en su sentencia de 2006, afirmó que el crucifijo debe permanecer en la sala porque "no es sólo un símbolo religioso sino también un símbolo de la cultura italiana, un valor del sufrimiento realizado por amor y que no puede molestar a nadie"; La Gran Sala del Tribunal Europeo de Derechos Humanos de Estrasburgo, el 18 de marzo de 2011, consideró que no hay pruebas que demuestren la posible influencia sobre los alumnos de la exhibición del crucifijo en las aulas escolares.
Estos pronunciamientos dan una lectura positiva y abierta del secularismo: el Crucifijo no es un símbolo discriminatorio, sino que recuerda valores civilmente relevantes. Nuestra cultura italiana está impregnada del cristianismo y de él han surgido valores y actitudes de acogida e integración. El Crucifijo en las aulas escolares tiene, por tanto, una función simbólica y altamente educativa, independientemente de la religión que profesen profesores y alumnos.
El cardenal Carlo Maria Martini subrayó que ciertamente lo más importante es tener el Crucifijo en el corazón, porque se puede tenerlo exteriormente y luego ya no notarlo, tenerlo ante los ojos sin verlo. Si quitan el Crucifijo de las aulas públicas, nos quedará esta decisión personal y profunda de seguir a Jesucristo hasta el final, de encomendarnos a Él, que tanto nos amó, de perdonar de corazón a quienes nos han hecho daño. . Esto es lo que importa. Sin embargo, en el caso concreto también debemos tener en cuenta las tradiciones y la sensibilidad de nuestro pueblo. Los que vienen de fuera deben aprender a respetar todo esto.
El diálogo interreligioso ciertamente presupone un respeto sincero por las creencias y tradiciones de los demás. Se trata, en primer lugar, de eliminar los malentendidos con los que a veces nos malinterpretamos, pero esto no requiere en absoluto que pongamos nuestras creencias entre paréntesis.
El 6 de julio de 2021, la Corte Suprema expresó su opinión sobre el caso, que abordó la cuestión en las salas ante las Secciones Unidas, el máximo órgano de expertos en derecho. El veredicto llevará tiempo y sólo se conocerá con la presentación de los motivos, dentro de un mes, tiempo que incluso podría extenderse.