PPara cultivar una auténtica devoción a San José, es útil (y también sencillo) volver a Santa Teresa de Ávila. Es cierto que, antes que ella, otros santos recomendaron venerar al santo Patriarca, pero ella es la más autorizada, la más escuchada.
Las palabras de Pablo VI pronunciadas en Nazaret con motivo de su visita a Tierra Santa siempre han ejercido para mí una gran fascinación. En aquella ocasión el sabio maestro apeló a sus años de infancia y, sin vergüenza alguna, el Papa dijo: "Oh, cómo nos gustaría volver a ser niños e ir a esta escuela sublime de Nazaret". En ese pequeño pueblo, en esa sagrada familia, como en un cofre de tesoros, Dios había colocado los tesoros de la creatividad: la obediencia amorosa de José, la disponibilidad de María para pronunciar su sí y la gran obra maestra de la humanidad que fue Jesús. Precisamente a la sombra de José y María que, en aquella casa, Jesús aprendió a ser hombre.
Las palabras de Pablo VI pronunciadas en Nazaret con motivo de su visita a Tierra Santa siempre han ejercido para mí una gran fascinación. En aquella ocasión el sabio maestro apeló a sus años de infancia y, sin vergüenza alguna, el Papa dijo: "Oh, cómo nos gustaría volver a ser niños e ir a esta escuela sublime de Nazaret". En ese pequeño pueblo, en esa sagrada familia, como en un cofre de tesoros, Dios había colocado los tesoros de la creatividad: la obediencia amorosa de José, la disponibilidad de María para pronunciar su sí y la gran obra maestra de la humanidad que fue Jesús. Precisamente a la sombra de José y María que, en aquella casa, Jesús aprendió a ser hombre.