En las fiestas importantes en la tradición judía existe la costumbre de dejar un lugar libre en la mesa, porque el profeta Elías podría regresar y pedir ser bienvenido.
En el Evangelio, Jesús afirma: “Quien a vosotros os recibe, a mí me recibe”. El hermano necesitado es siempre imagen de Cristo que está a la puerta y llama; si tenemos sensibilidad y un corazón amoroso abrimos la puerta y lo invitamos a la mesa y compartimos el pan con él.
En los últimos tiempos, la adopción a distancia se ha generalizado: las mesas de muchas familias se han extendido hasta llegar a otros continentes e idealmente los corazones de muchas familias tienen cada día en la mesa un invitado ideal: un niño que parte con ellos una barra de pan. con sabor a benevolencia con ojos brillantes de alegría. En la adopción a distancia, cuando una familia se sienta a la mesa, idealmente celebra una Eucaristía doméstica, en la que las distancias se acortan, el amor traspasa fronteras y el paso hacia el futuro se vuelve solidario.
Alessandro Manzoni escribió que la vida no es diversión para algunos y sufrimiento para muchos, sino una responsabilidad de la que todos debemos responder: por eso el cristiano no puede contentarse con ser feliz solo, sino que necesita compañía. Dios que es don y gratuidad por excelencia, para ser reconocido como Dios necesitaba compañía: hombre y mujer. El hijo de Dios, Jesús, para hacerse uno de nosotros y saborear el sabor de nuestras lágrimas y la alegría de una sonrisa, nació en una familia, se rodeó de amigos y quiso que sus amigos trajeran otros amigos para compartir una amistad con los sabor de eternidad.
La Unión Pía actúa como puente para reunir a personas de buena voluntad que desean sumar un lugar a su mesa realizando una adopción a distancia en el país que desean o donde hay mayor urgencia y necesidad.
Enciendamos una sonrisa regalándole el futuro a un niño al menos durante un año.